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ADVERTENCIA TEMPRANA

MANEJO DE ADVERTENCIA DE MATERIALES PELIGROSOS

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Socorristas en la escena de la explosión de gas que destruyó tres casas en Baltimore en agosto. La explosión dio muerte a dos personas y lesionó a decenas más. GETTY IMAGES

Con el aumento en la frecuencia de las fugas de gas, aumenta también el riesgo de explosiones mortales. Una nueva norma de NFPA – NFPA 715, Norma para la Instalación de Equipos de Detección y Advertencia de Gases Combustibles – apunta a abordar el problema.

Por Angelo Verzoni

El 10 de agosto, la tranquilidad de la mañanaen el barrio de Reisterstown Station en Baltimore se vio interrumpida por una inmensa explosión. Tres casas en hilera fueron demolidas por la explosión, y los aturdidos residentes trastabillaban entre los escombros en busca de sus seres queridos. «Esta es una situación horrenda», le dijo a Baltimore Sun, Niles Ford, jefe del Departamento de Bomberos de la Ciudad de Baltimore, mientras los bomberos rastrillaban la zona en busca de sobrevivientes. El incidente dejó dos muertos y decenas más de heridos. Los investigadores determinaron que la explosión había sido causada por una fuga de gas, pero no se vieron afectadas ni las tuberías ni equipos pertenecientes al servicio público local, Baltimore Gas & Electric.

El incidente de Baltimore se unió a una creciente lista de mortales explosiones de gas que formaron parte de los titulares en años recientes. En septiembre de 2018, la región de Merrimack Valley, de Massachusetts fue sacudida por una serie de explosiones de gas natural e incendios que dieron muerte a una persona y dejaron más de dos decenas de lesionados. Casi exactamente un año después, un bombero murió y varias otras personas resultaron heridas cuando una explosión de gas propano derribó un edificio en Farmington, Maine. Se están registrando incidentes similares en todo el mundo también; un mes después de la explosión de Baltimore, una explosión vinculada con una fuga de gas en una mezquita en Bangladesh dio muerte a dos decenas de personas.

La investigación ha demostrado que los incidentes que llegaron a los titulares de noticias son solo la punta del iceberg. Un informe de NFPA publicado a fines de 2018 reveló que, en promedio, el gas natural origina 4,200 incendios residenciales por año solamente en Estados Unidos. Según el informe, los cuerpos de bomberos estadounidenses responden a un promedio de 125,000 fugas residenciales de gas licuado del petróleo o gas natural anualmente, un aumento de alrededor del 25 por ciento a comparación del 2007.Los expertos en seguridad del gas dicen que detectar fugas antes de que provoquen una catástrofe es una de las mejores maneras de combatir el problema.

Para reducir la amenaza, NFPA está elaborando una nueva norma para determinar los requisitos para la instalación de equipos que puedan detectar y advertir a los ocupantes acerca de la existencia de una fuga de gas. Programada para su publicación en el 2022, NFPA 715, Norma para la Instalación de Equipos de Detección y Advertencia de Gases Combustibles, se aplicará a los equipos fabricados para detectar fugas de gas combustible, incluso gas natural y gases licuados del petróleo como el propano y butano.

Según los expertos, NFPA 715 llenará un vacío en la seguridad que sigue creciendo con cada incidente a gran escala. «Cuando uno mira hacia atrás y ve las pérdidas, parecería existir una brecha en la seguridad contra incendios que debe ser abordada,» dijo Stephen Olenick, presidente del comité técnico para NFPA 715. «Esta es una norma que le brindará a las municipalidades y códigos de construcción algo para señalar que mostrará cómo hacer las cosas de forma correcta. Tenemos la esperanza de que salvará vidas».

Fugas de gas en aumento

Las explosiones mortales de gas no son un problema nuevo. Una explosión masiva de gas natural ocurrida en 1937 destruyó una escuela en New London, Texas, provocando la muerte de casi 300 niños y maestros. The Quarterly, la revista de NFPA de ese entonces, mencionaba que «hay evidencia de una fuerza más terrible en la gran magnitud de la devastación y la pérdida de vidas que se produjeron casi instantáneamente; testimonio de cuerpos arrojados a 75 pies en el aire; un automóvil a 200 pies de distancia aplastado como una cáscara de huevo bajo una losa de hormigón de dos toneladas». De acuerdo con los datos de NFPA, el evento es el 15º incendio o explosión más mortífero en la historia de los Estados Unidos.

Si bien no existen datos que corroboren un aumento de explosiones de gas o incendios con el transcurso del tiempo, los datos efectivamente muestran un marcado aumento de las fugas en los últimos 10 a 20 años. Desde 2007 hasta 2016, la cantidad anual de respuestas del cuerpo de bomberos de los Estados Unidos a fugas de gas residenciales trepó a más de 40,000, de aproximadamente 100,000 a 141,000, según el informe de NFPA de 2018.

Una de las principales teorías para este aumento es el hecho de que la infraestructura de los gasoductos de América está envejeciendo. En los días posteriores a las explosiones ocurridas en el Valle de Merrimack, por ejemplo, USA Today informaba que una de cada cuatro millas de las tuberías principales de gas de Massachusetts había sido instalada antes de 1940. Cuando una explosión de gas destruyó los edificios de toda una cuadra en el área de de East Harlem de la ciudad de Nueva York en 2014, provocando la muerte de ocho personas y casi 50 heridos, se descubrió que la tubería con fugas había sido instalada en el siglo XIX. El año pasado, la Fundación de Leyes de Protección Ambiental (Conservation Law Foundation), un grupo de defensa del medioambiente con sede en Nueva Inglaterra, llamó a la envejecida infraestructura de gas del país «costosa, con fugas y peligrosa». Y menos de un año antes de la mortal explosión de Baltimore, Baltimore Sun publicó un artículo advirtiendo ominosamente a los lectores que el «sistema de gas natural de la ciudad tiene cada vez más fugas».

La causa de las fugas de gas generalmente puede atribuirse a uno de tres factores: el equipamiento del servicio general de gas, el equipamiento en la propiedad privada o los artefactos de gas. En el incidente del Valle de Merrimack, las fugas fueron atribuidas al sistema de distribución de gas de la compañía del servicio general, Columbia Gas. De acuerdo con la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte, gas natural altamente presurizado fue accidentalmente vertido en un sistema de distribución diseñado para gas de baja presión. El gas sobrepresurizado ingresó velozmente en viviendas y otras estructuras, abrumando los sistemas domésticos e inundando espacios con vapores de gas natural.

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Una vivienda en Lawrence, Massachusetts, quedó destruida durante una serie de explosiones de gas e incendios en Merrimack Valley en septiembre 2018

Cuando ocurre un evento como este, no es mucho el gas que se requiere para generar condiciones capaces de producir incendios o explosiones. La concentración de vapores de propano en el aire necesaria para provocar un incendio —conocida como el límite inferior de inflamabilidad (lower flammability limit o LFL)— es solamente de alrededor del 2 por ciento. Respecto del gas natural, está más cerca del 5 por ciento. Cuando se alcanza el LFL, una fuente de ignición puede provenir de algo tan aparentemente inocuo como pulsar el interruptor para encender un artefacto. Es por eso que los funcionarios responsables del manejo de emergencia de la región del Valle de Merrimack ordenaron rápidamente el corte de la electricidad una vez que las explosiones e incendios comenzaron a producirse. A pesar de esas acciones, más de 130 edificios de tres comunidades fueron dañados por incendios o explosiones, entre ellos cinco que quedaron completamente destruidos.

LA DETECCIÓN ES LA CLAVE

La sustitución de la antigua infraestructura de gasoductos es costosa y requiere mucho tiempo, por lo que reforzar las medidas de detección de gas es el próximo paso más lógico para mejorar la seguridad.

Para la gran mayoría del público en general, los únicos detectores de gas que tienen son sus narices. Gases como el gas natural y el propano se mezclan con mercaptano, un producto químico inofensivo y de olor característico, de modo que se sabe cuándo hay una fuga. Pero «el olor se desvanece y no todos pueden detectar olor fácilmente», escribió Alexander Ing, ingeniero de la División de Materiales Peligrosos de NFPA, en un blog publicado el día después del incidente de Baltimore. Los estudios muestran que el olfato humano sucumbe a un fenómeno conocido como fatiga olfativa después de uno o dos minutos de estar expuesto al mismo olor, lo que significa que ya no puede olerlo.

Además, si hay una fuga subterránea, es posible que la tierra esencialmente extraiga el mercaptano del gas. Esto sucedió en el incidente de Maine, después de que una línea de gas propano subterránea fuera perforada por una compañía que llevaba a cabo obras de construcción en la propiedad. Unos días después, un trabajador de mantenimiento informó sobre el olor a gas a las autoridades, pero cuando llegaron los bomberos, no se pudo detectar ningún olor en determinadas partes del edificio. «Cuando usaron medidores de detección de gas, sin embargo, las lecturas eran altas», dijo el Jefe de Bomberos del Estado de Maine, Joe Thomas. «Así que ese mercaptano fue, en efecto, extraído del gas por la tierra a través de la cual se movía».

Aproximadamente un mes después de la explosión, Lois Reckitt, representante del estado de Maine, presentó un proyecto de ley para requerir detectores de gas en determinadas propiedades del estado. «No hay reglamentaciones, y simplemente pensé que eso era una locura, especialmente por lo que acaba de suceder en Farmington», dijo a reporteros de los noticieros locales en ese momento. El proyecto de ley aún está siendo considerado por los legisladores del estado, que están en receso debido a la pandemia de COVID-19.

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Un bombero murió y cuatro personas resultaron gravemente heridas en una explosión de gas en Farmington, Maine, en Septiembre de 2019. La explosión también destruyó casas móviles cercanas, dejando a 31 personas sin hogar.

Actualmente, cualquiera puede salir y adquirir un detector de gas —y hay una norma de UL sobre su desempeño— pero no hay ningún lineamiento integral sobre su instalación, dijo Olenick, presidente del comité técnico de NFPA 715, quien se desempeña como ingeniero en la sede de Combustion Science & Engineering de Maryland. «Podría tal vez consultar las instrucciones del fabricante, pero en realidad no hay requisitos prescriptivos», dijo. «Fue ahí donde surgió el impulso para la norma, y tenemos la esperanza de que la norma provea lineamientos para estos municipios y para el Código de Seguridad Humana y para los códigos de edificación modelo. Tendrán una norma que les dirá cómo instalar correctamente estos dispositivos»

El camino hacia la normalización comenzó oficialmente en agosto de 2018, cuando la Asociación del Gas de los Estados Unidos (American Gas Association) envió una solicitud a NFPA para la elaboración de un documento como NFPA 715. El comité técnico se reunirá virtualmente hasta que la pandemia de coronavirus se alivie, dijo Olenick, y la norma está prevista para ser publicada en junio de 2022.

Sin embargo, antes de que el comité técnico de NFPA 715 pudiera comenzar con la redacción de la norma, se necesitaba una investigación que mostrara cómo gases como el gas natural y el propano se dispersan y dónde deberían instalarse idealmente los detectores basándose en esa dispersión. Es ahí donde intervino la Fundación de Investigación en Protección contra Incendios.

El trabajo de la fundación culminó en agosto con la publicación de un estudio titulado «Dispersión del gas combustible en ocupaciones residenciales y análisis de la ubicación de los detectores» («Combustible Gas Dispersion in Residential Occupancies and Detector Location Analysis» ), cuyos hallazgos van a ser de suma utilidad para la nueva norma. En el estudio se observó que, en general, los detectores no son tan eficaces cuando se colocan cerca de equipos de calefacción, ventilación y aire acondicionado (HVAC), huecos de puertas, huecos de escaleras u otras áreas donde hay aberturas o flujo de aire. En el caso del gas natural, los detectores funcionaban mejor cuando se colocaban más cerca del cielorraso, mientras que en el caso del propano, funcionaban mejor cuando se colocaban más cerca del piso —esto tenía sentido para los investigadores, ya que los vapores del gas natural son más livianos que el aire y los vapores del propano son más pesados. 

Scott Davis, uno de los autores del estudio y CEO de la agencia consultora de seguridad contra incendios y explosiones Gexcon US, con sede en Maryland, dijo que el informe representa «un muy buen primer paso» en el proceso de la normalización.

«Observamos numerosas condiciones de fuga y tasas de fuga para numerosas configuraciones estructurales con el fin de crear lo que yo llamaría un estudio basado en el desempeño», dijo. «Y estamos haciendo esto antes de realmente empezar a colocar estos detectores. Así que es este un enorme trabajo cuyo propósito es determinar la ubicación óptima de los detectores de manera tal que se detecte la condición antes que el peligro».

Thomas dijo que una norma como NFPA 715 podría haber marcado una diferencia en el incidente de Maine. «Si ese edificio hubiera incluido detectores que cumplieran con lo que NFPA 715 va a describir de manera pormenorizada, se habría contado con un detector que reaccionara a la [concentración] de gas y no al mercaptano», dijo. «En circunstancias en las que los humanos no son capaces de detectar el gas, esos detectores podrían haber proporcionado una advertencia más temprana».

En otras situaciones, como el incidente del Valle de Merrimack ocurrido en 2018, no está tan claro cuánto impacto podrían haber tenido los detectores. «Fue una sobrepresurización tan rápida que no creo que los detectores hubieran hecho una diferencia para algunas de esas propiedades», dijo Brian Moriarty, jefe de bomberos de Lawrence, Massachusetts, una de las ciudades azotadas por los incendios y explosiones relacionados con gas. «En otras propiedades, sin embargo, donde no hubo necesariamente un incendio o una explosión pero la vivienda igualmente se llenó de gas, los detectores podrían haber contribuido en gran medida a la seguridad humana».

Un consejo que Moriarty compartió antes de despedirse fue el de no desestimar el comportamiento humano y la necesidad de educación pública en la redacción de la nueva norma. «Vemos, con las alarmas de humo, que la gente no necesariamente se evacúa cuando las alarmas suenan, sino que sacan las baterías», dijo. «Creo que hay que tener una instrucción audible que diga que hay que salir de la casa, no usar ningún artefacto ni dispositivo, y llamar al 911 desde fuera del edificio». Olenick coincidió en que la educación pública será clave para el éxito a largo plazo de NFPA 715. «Vamos a necesitar hacer más que simplemente decir, ‘Instalar esta alarma y hacerlo de esta manera’», dijo. «Los bomberos y los profesionales de la seguridad tendrán que decir, ‘¡Eh!, cuando suene, estos son los pasos que debería seguir’. Es un esfuerzo de equipo».

ANGELO VERZONI is a staff writer for NFPA Journal.

TOMADO DE

https://nfpajla.org/archivos/edicion-impresa/manejo-de-emergenciasegreso/1771-advertencia-temprana

 

 

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